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Tomado de S Moda
Una de las manifestantes en una ‘slut walk' en Colombia el pasado mes de abril. Foto: Cordon Press
«¿Por qué no te suicidas, zorra estúpida?». Abril de 2013. Una de las frases que más escuchó Emily Lindin en su adolescencia resuena, de nuevo, en su cabeza al enterarse por la noticias del suicidio de Rehtaeh Parsons, una chica canadiense que había sufrido una violación en grupo y que después tuvo que aguantar el acoso de sus compañeros de instituto cuando las fotos de su agresión sexual circularon en las redes sociales. No era la primera vez que Lindin escuchaba una historia como ésta. Otras jóvenes norteamericanas como Amanda Todd, Audrie Pott o Phoebe Prince también se habían quitado la vida después de haber sido señaladas como la «puta del instituto». «Y la lista podría seguir con más nombres que no aparecen en la prensa» explica a S Moda Lindin, fundadora de The Unslut project, una iniciativa que busca la concienciación social y que promueve la igualdad de género para luchar contra ese estigma en el que la sexualidad femenina se negativiza y convierte en objeto de insulto, bullying o acoso.
El proyecto de Lindin contra el ‘slut shaming' –lo que vendría a ser el ‘escarnio de la zorra', o esa extraña y arraigada afición por culpabilizar a las víctimas de agresiones sexuales, y no al agresor, con frases como «se lo estaba buscando» o «eso le pasa por ir provocando»– es también un proyecto catártico. Su autora lo inició con la publicación en Tumblr de sus diarios de niñez y adolescencia, porque, tal y como cuenta, «a mí nunca me violaron, pero fui señalada como la ‘puta' del colegio desde que cumplí once años en adelante» (un resumen de sus vivencias se pueden leer en este artículo que firmó en The Guardian).
Transcribir episodios como el «Hija mía, ¿eres sexualmente activa?» que le preguntó su madre mientras hacía los deberes por los rumores que asolaban su barrio (su novio le contó a todo el mundo que le había practicado unos tocamientos que ella nunca pidó, «en realidad, fui sexualmente pasiva»), o cómo ella misma pensaba que se merecía todo el acoso de sus compañeros («Debo haber hecho algo mal. Supongo que me lo merezco y Dios me lo está devolviendo») han dado fuerza a multitud de mujeres (y hombres) para compartir sus propias experiencias personales en su web. «Toda esta implicación demuestra cómo de arraigado está este tipo de bullying en nuestra sociedad», cuenta.
Dime cómo vistes y te diré lo ‘zorra' que eres: la foto de Rosea Lake se convirtió en viral al poner de manifiesto cómo se juzga moralmente a las mujeres en función de su vestimenta.
Por ese motivo, y para extender su proyecto a nuevas vías de comunicación, Lindin prepara ahora el documental ‘Slut: A Documentary Film' (‘Puta: el documental') que podrá rodar gracias a la financiación colectiva de Kickstarter, donde superó la meta de 18.000 dólares iniciales que se había propuesto.»El objetivo es iniciar una conversación real para que la gente reflexione y sea consciente de que el problema del slut shaming es una realidad. Nos centraremos en las historias de estas jóvenes que se han suicidado tras sufrir bullying sexual y preguntaremos a expertos, sexólogos y psicólogos para explorar cómo podemos cambiar este aspecto en nuestra cultura».
Porque no sólo las historias de suicidios evidencian cómo de arraigada está la misoginia sobre el comportamiento sexual de las mujeres. Sirvan como ejemplo dos episodios veraniegos en los que el ‘libertinaje femenino' fue puesto en el punto de mira: las reacciones al viral de la foto de una felación que una joven practicó en pleno concierto de Eminem (bajo el Hashtag #slanegirl en Twitter), donde ella quedó quedó retratada como la «puta» y él como un «héroe»; o toda la polvareda que levantaron las fotos del sexismo en San Fermín, donde muchos alegaron el latiguillo de «eso les pasa por enseñar las tetas en medio de una plaza».
«Te pueden llamar puta por la forma en la que vistes, por disfrutar del sexo, por rechazarlo o por ofender a alguien por un tema que nada tenga que ver con el sexo. Podría decir que hasta el hecho de existir y ser mujer ya parece suficiente para que te lo digan», lamenta Lindin. Para promover una reflexión sobre el término, desde su web distribuyen unas camisetas con el lema Define Slut (Define Puta), para que la gente también» se plantee el uso de esta palabra y reconozca cómo puede llegar a herir al resto».
Inciativas como las de ‘The Unslut Project', las Slut Walks u otros virales contra la denominada rape culture tratan de concienciar sobre cómo se culpabiliza a las mujeres del comportamiento que otros ejercen sobre ellas. Estas acciones serán necesarias hasta que la sociedad comprenda que ni por enseñar más, ni por salirse de los límites de lo ‘aceptable' en su sexualidad, una mujer merece ser avergonzada o agredida.